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Nuestro Patrono


El Coronel José Antonio Melián fue un distinguido militar que se destacó durante la guerra por la Independencia Argentina, la campaña a Chile y otros eventos de la época, y no sólo por su coraje, sino porque quizás, una  innata habilidad, le permitía obtener siempre las mejores condiciones para que los efectivos a su mando lograran el objetivo propuesto. Nació en Buenos Aires en 1784. En 1806, con 22 años,  combatió en Barracas contra los invasores ingleses. Más tarde participó en la Reconquista de Buenos Aires, y al año siguiente combatió en las filas de los “Húsares de Pueyrredón” durante la segunda ivasión de los ingleses. Por méritos logrados en combate, fue ascendido a capitán por el virrey LINIERS. A partir de entonces, su vocación militar no lo abandonaría nunca más.

A fines de 1810 se incorporó a la expedición que comandada por MANUEL BELGRANO marchó al Paraguayy tuvo una destacada actuación en las batallas de Paraguarí y Tacuaría. Fue destinado luego a una de las unidades que al mando de JOSÉ RONDEAU mantenía sitio sobre Montevideo y allí combatió en la batalla de “Cerrito” (31/12/1812). En 1814 participó en la campaña lanzada contra los caudillos federales del litoralaliados con el caudillo oriental JOSÉ GERVASIO DE ARTIGAS y en agosto deese mismo año, el Director Supremo POSADAS lo nombró Comandante general de las milicias de Entre Ríos, con orden de reunir 4 regimientos, pero se vio obligado a trasladarse a Paysandú (en la Banda Oriental) por orden de JUAN JOSÉ VIAMONTE, para evacuar las tropas de JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA, derrotadas por los federales en la batalla de guayabos (09/01/1815).
En 1815, regresó a Buenos Aires, convocado por SAN MARTÍN para.incorporarse al Ejército de los Andes. La Campaña Libertadora era un asunto muy serio y para San Martín era fundamental contar con los mejores hombres a su alrededor. Necesitaba jóvenes valientes en muy buen estado físico, intrépidos y, a la vez, disciplinados. El gran capitán era consciente de la importancia que tendría la disciplina militar en una campaña de largo aliento y, sobre todo, en cada metro cuadrado de un campo de batalla. Esa tarea resultaba muy compleja porque los bravos oficiales de San Martín no eran precisamente carmelitas descalzas. No caben dudas de que eran temperamentos difíciles de manejar y si se les aparecía algún jefe débil (que los hubo) se lo comían crudo y sin aderezos. Lavalle, Dorrego, Aldao, Pedro Ramos, los Olazábal, Zapiola, Juan Apóstol Martínez, Brandsen, Isidoro Suárez y Necochea. Estos son apenas algunos de los nombres de la corajuda oficialidad que rodeaba al Libertador. Eran leones adentro y afuera del campo de combate.
Así fue que MELIÁN se incorporó a ese grupo  como jefe de un escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo y marchó a Mendoza, a colaborar en los preparativos de la gran campaña. En Chacabuco (12/02/1817), MELIÁN y sus granaderos tuvieron un papel importantísimo, ya que debieron desmontar y sostener a pie un desigual combate con la caballería enemiga, luego de que O’Higgins cometiera un error, al atacar antes de tiempo. Por la bravura con que se manejó y su valerosa acción en aquel momento crucial, MELIÁN fue llamado por SAN MARTÍ, quien lo felicitó y le regaló el sable que él mismo había usado en 1808, cuando integró las filas españolas en la decisiva batalla de Bailén. Melián tuvo oportunidad de usar el regalo de su jefe en la batalla de Curapaligüe (04/04/1817), donde nuevamente se distinguió por su audacia e inteligencia para combatir.
El 16 de marzo de 1818 durante el desastre de Cancha Rayada, fue uno de los jefes que salvaron el mayor número de efectivos a su mando, disponiendo una retirada ordenada, tenazmente defendida por su retaguardia. Combatió luego en la batalla de Maipú (05/04/1818), asombrando a sus camaradas al atacar alternativamente y con igual éxito, tanto a la caballería como a la infantería enemigas, actitud que lo hizo merecedor a que se lo ascendiera al grado de Coronel.
A fines de 1818, pidió y obtuvo la baja por razones de salud y se dirigió a Chile, donde vivió durante tres décadas dedicado a la agricultura. En 1849 volvió a Buenos Aires, donde el gobernador JUAN MANUEL DE ROSAS le otorgó el retiro militar con derecho a sueldo pleno y con grado de coronel. Más tarde ocupó por corto tiempo la comandancia de San Nicolás de los Arroyos, antes de pasar definitivamente a retiro. Falleció en diciembre de 1857 en Buenos Aires.
Cuentan que Melián tenía una costumbre muy criolla, aprendida en su niñez, en la estancia de los Correa, su familia materna: la de despreciar los estribos. Trepaba al caballo de un salto, cruzaba los estribos en la cruz del animal para que no lo estorbaran y galopaba de manera desaforada. San Martín desaprobaba esta conducta y lo reprendió en forma tajante cuando Melián partía con su escuadrón, nada menos que para hacer el reconocimiento de la cuesta de Chacabuco. Al partir le anunció que al regresar, debería cumplir un arresto de 15 días. El inminente choque con los realistas obligó a dejar en suspenso el castigo, pero al finalizar la batalla, el comportamiento de MELIÁN hizo que SAN MARTÍN revocara la pena y en liugar de castigarlo, lo felicitara.


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